Xjaw... La Luna Oscura



Partiendo de mí


Por mi y para mí


Soy mujer, lo celebro y lo reivindico


Soy libre y plena


Soy mía, de nadie más


¿una bruja? Si, quizá


Si, bruja pero una bruja libre


Libre y casi feliz Porque me amo como soy. Punto.




domingo, 26 de junio de 2011

Harta.


Te dije no quiero nada y eché a llorar
Vos no lo dijiste pero pensaste “a mi tampoco”
Me dijiste veníte conmigo y me pintaste todo rosa
Pero entendé que hay cosas
Que quiero más que a vos.

Como es posible que si no quiero nada
Quiera a alguien más que a vos
Y es que el problema deja de ser problema
Si no tiene solución.

Y mi problema no la tiene,
Se me olvidó la pastilla contraceptiva
Y ni siquiera eso me da tanto pánico
Como fallarle (otra vez) a él.

Soy tu esposa,
Pero no tenías la obligación de mojarte
Hasta que la raya te sirviera de canal
Sos mi esposo,
Pero no significa que te siga a donde vayás
Y me alegra que lo asimilés como es.

Yo te amo, aunque no tengás ni senos ni vagina
Te amo y únicamente por eso estoy con vos
Pero hay cosas que me frustran y no es tu culpa
Pero la catarsis solo sale con vos.

¿Harta?
Harta estoy de todo (S)
Y lloro (y no es por sentime pollito recomendado)
Lloro y es de rabia por no poder hacer lo que se me ronca el coxis
Porque aunque no quiero nada
Lo quiero a él…
… y aunque me joda sobre manera quiero que ella me quiera también.

lunes, 20 de junio de 2011

Mi muerte


Cerré los ojos fuerte, ví como en la oscuridad un vehículo con las luces delanteras encendidas se dirigía a mí.
Intenté seguir durmiendo y solo conseguí ver un ramo de flores y alguien sosteniéndolo con lágrimas en los ojos, no pude distinguir, creo era mi mamá.
Hice un tercer intento y no pude más desperté llorando, histérica las lágrimas caían de mis mejillas. A nadie le gusta presentir su muerte, menos aún cuando solo se tienen nueve años.
No pude ver al muerto, pero sabía que era yo.
Era enero de 1999, nos ibamos a cambiar de casa, me habían cambiado de escuela pero ninguna de esas cosas me importaba, solo me importaba el hecho de soñar noche tras noche, todos los días, mi trágica muerte.

Cruzaba las calles aferrada a la mando de mi mamá, tenía miedo de ver aquel auto que me atropellaba pero pasaron los meses, el sueño persistía y el accidente nunca llegaba, entonces dejé de temerle pensé que así dejaría de soñar pero nada, simplemente dejé de ponerle asunto.

De repente mi hermanita enfermó y sentí como la muerte me seguía rondando… empecé a ver el maldito sueño aún cuando estaba despierta, pensé ilusamente que no iba a morir yo sino ella, mi hermanita.

Lloraba a cada rato pensando en una vida sin ella, me atormentaba pensando que yo me salvaría a costa de ella… pero mi hermanita se curó, se levantó y yo estaba confundida

Pasaron dos meses más al fin se concretó la mudanza y los sueños cesaron… me dedicaba a jugar con los vecinos, ir a clases y todas las cosas que una niña de nueve hace…. La vida me sonreía, yo que nunca había tenido amigos estaba en el paraíso terrenal, todos mis compañeros de clase eran mis vecinos y jugábamos por las tardes, siempre.

Una tarde mi abuelo llegó a nuestra nueva casa, el abuelo era todo para mi, era mi ídolo, casi todas las niñas sueñan de grandes ser como mamá, pero no yo, yo quería ser como mi abuelo, hombre de cascarón duro pero muy cariñoso, brusco, con una completa vocación de maestro, inteligente, bueno, con un currículo solo igualado por un santo (su único pecado conocido fue su gusto extraño por las mujeres raras), el abuelo no era cristiano, tenía una concepción extraña de la creencia en Dios, lo apasionaba el boxeo, tanto que le costaría caro.

Esa tarde, yo jugaba muñecas en mi cuarto con una de mis nuevas “amigas” y escuché su voz instintivamente quise ir a abrazarlo pero me detuve, el abuelo siempre iba a estar allí, y yo podía seguir jugando.

Fue la ultima vez que escuché aquella voz que ya ni siquiera recuerdo… unos días después mi abuelo sufrió un ataque al corazón mientras veía absorto una pelea… tuve el sueño esa misma noche.

Cuando la tía me lo dijo al volver de la escuela, lloré, me metí bajo la cama y me pasé toda la tarde llorando…
Pudiera pensarse que mi sueño era una premonición de la muerte de mi abuelo, pero al final, quien muere soy yo, el abuelo era todo lo que yo tenía, me quede sin alma, emocionalmente sigo siendo la niña de nueve años que bajo la cama se culpa por no haber abrazado a su abuelo por ultima vez.