Xjaw... La Luna Oscura



Partiendo de mí


Por mi y para mí


Soy mujer, lo celebro y lo reivindico


Soy libre y plena


Soy mía, de nadie más


¿una bruja? Si, quizá


Si, bruja pero una bruja libre


Libre y casi feliz Porque me amo como soy. Punto.




miércoles, 11 de julio de 2012

ANMAR 14

Era el mediodía de un día soleado de julio, el 11 de julio de 1998, Yo había regresado de la escuela y andaba por la casa con la camisa del uniforme semi abrochada. Recuerdo que comíamos chao mein, mi comida favorita y mis hermanas y yo estábamos muy emocionadas.
Mi mamá había pasado los últimos meses muy asustada y tomando toda clase de pastillas para fortalecer el organismo de un bebé que crecía en su vientre dado que rozaba ya las cuatro décadas y el bebé amenazaba con venir mucho antes de tiempo… De pronto se abrió la baranda del frente y yo, a mis nueve años era la única que tenía la conciencia de lo que venía… ¡Una hermanita!
Era un ser perfecto, en miniatura, parecía un ángel (cuando yo en esa tierna edad, creía en ellos) tenía unas orejas preciosas, pequeñitas y arrugadas. Pasaron un par de días y ella empezó a enfermarse, eran viajes constantes al médico y hospitales, vivíamos en una eterna zozobra pensando que algún día no volvería, pero siempre volvió, empezó a mejorar, a engordar y a crecer.
 Nos cambiamos de casa y todo volvió a la normalidad, ahora tenía una hermana, una hermana preciosa y perfecta que cada día crecía en tamaño e inteligencia… Aprendió a hablar y a caminar con extrema rapidez y nada le costaba trepar por las agarraderas de unas gavetas y sentarse sobre la televisión que descansaba en una base giratoria, varias veces la encontramos dando vueltas sobre ellas y tuvimos que cambiarla de lugar para que no se lastimara. Nos despertaba toda clase de ternuras y la llamábamos como la bebé, chiquita, o la chiquitilla pero la tercera de nosotras que aún no hablaba con claridad le decía la chititilla, de allí que su sobrenombre evolucionó a chity.
 Un día la Chity, que adoraba andar descalza, salió a jugar a la cancha de basquetbol de la colonia y se quitó los zapatos sin darse cuenta que habían pedazos de vidrio en el suelo, se ensartó uno, la sangre y las lágrimas empezaron a brotar, y no sólo sus lágrimas sino las de mis hermanas, que son más grandes que ella, entonces una amiga la traía cargada con el pie sangrando, atrás la comitiva en llanto y los zapatos en la mano… la herida se curó con un par de puntos, luego vinieron la varicela, apendicitis, gripes y toda clase de cosas que ella sin inmutarse sobrevivió y vive siendo la niña consentida de todos.
Una niña inteligente y feminista, con conciencia de su cuerpo, que no se avergüenza si a lo mejor es bajita porque sabe que su cuerpo es el resultado de una lucha, una lucha que desempeña magistralmente desde que está en el vientre de nuestra madre. Una niña que con su sonrisa es capaz de iluminar cuartos, casas, personas y mi vida entera, que con sus ideas geniales me hace sentir envidia de que una niña pequeña tenga pensamientos mucho más elevados que los míos. Una niña que con sólo 14 años es capaz de defender la diversidad sexual y de pensamiento frente a sus profesores y tiene la capacidad crítica de dudar de todo lo que se le pretende imponer así sea religión o dogmas políticos o sociales.
Con ella todos hemos aprendido a cantar y a bailar, un solo abrazo de ella es capaz de reparar pérdidas, de superar caídas y levantar el ánimo más hundido. Una niña que no escucha reggaetón ni a Justin Bieber y cada día se esfuerza por mejorar su ortografía y redacción… Ella no es como todas las adolescentes que la rodean, ella es especial, ella es la mejor hermana del mundo.

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